¡Ay Roberto!

Parada en el andén de la estación del tren

a las cuatro menos cuarto de la tarde

hace un frío impresionante

y soplan vientos que desarman paraguas

y se me vuelan hasta las enaguas.

Y mis pies,

¡Ay! mis pies se me han congelado

y de ti Roberto, de ti me he acordado.

Un día, desgraciado, me dejaste

¿Te acordás?

Cuando estábamos en el mercado

entre frutas y ajices,

entre melones y huevos de codornices.

Me dijiste que ibas al kiosco a comprar fasos

y te fuiste dando saltos

y jamás has regresado.

¡Ay de mi Roberto!

Que haré sin ti.

Y te busco en los andenes y en los kioscos

de los barrios,

aunque sé Roberto que me has dejado y

sé bien que no fue por un cigarrillo

sino que te estabas haciendo el pillo.

Y yo muy ciega ni enterada

y te fuiste con la tarada de la prima de Raquel.

¡Ay de mi Roberto!

Que injusto, me dejaste con los pieces fríos.

Y hoy de ti Roberto yo me acuerdo

porque veo a esa rata muerta en el basurero.

Animal rastrero.

Me acuerdo de tu ojo tuerto y la verdad

es que ojalá que estés muerto.

¡Ay Roberto!

Perdoname si soy cruel pero el despecho

y el dolor me vuelven amarga,

es que lo que tu me has hecho

se ha convertido en una larga,

pero larga venganza

y reza por que no te agarre con una tenaza.

¡Ay de ti Roberto!

Tal vez no me dejaste,

tal vez te olvidaste de volver.

Y yo aquí Roberto con los pieces congelados

sigo esperando volverte a ver.

Si andas por ahí Roberto acordate de mí,

de tu mujer Estela, que un día abandonaste

y tan sola la dejaste llorando por ti.

Estela que te perdona lo de Raquel y lo de Nora.

¡Ay de ti Roberto!

si volvés te golpeo

hasta que quedes tirado,

maldito, porquería, maldito desgraciado.

¡Ay de mí Roberto, que te sigo esperando con los pies congelados!

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