La vaca

Había una vez otra vaca que tampoco trabajo encontraba, entonces optó por dedicarse al buceo deportivo. Después de buscar y buscar se topó con un sastre que le hizo el traje de neoprene a medida y el snorkel y demás equipamiento lo consiguió en el mercado de pulgas de Dorrego (vaya a saber uno a quién perteneció tamaño de aparatejos).

Contenta y equipada partió rumbo al lago de Palermo donde pensaba estrenar su nueva actividad. Una vez lista y ataviada se lanzó a las profundidades del lago, y buceó buscando peces que no encontró. Cansada y dispuesta a desistir vio algo azul moverse y se acercó; cuando logró ver, descubrió que se había encontrado con el unicornio, ¡Sí! El unicornio azul que ayer se le había perdido a Silvio, ¡pero que alegrón! -pensó la vaca. El unicornio al verse descubierto se acercó a saludarla y a felicitarla por aquel inolvidable comercial de dulce de leche con el que ella había saltado a la fama. Palabras van, palabras vienen, se dio cuenta de que el unicornio no se había perdido como Silvio nos había hecho creer. La historia fue muy distinta, el pobre bicho había huido de su dueño después de descubrir que era adoptado y de que Silvio nunca le había dicho que él no era su verdadero padre. Asustado y confundido, a todo galope huyo hasta caer en el lago, donde se encontró muy a gusto y decidió adoptarlo como hogar. La vaca aburrida ya de la lacrimógena historia del unicornio se despidió de él, no sin antes prometerle que no revelaría a nadie este encuentro. Promesa que obviamente no pensaba cumplir, ya que recordaba muy bien las palabras de Silvio “si alguien sabe de él, les ruego información, cien mil o un millón yo pagaré” , como todos saben el buceo es un deporte muy caro.

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